Reencuentro

¿Por qué perder las esperanzas?

Por: Guillermo Mejía Correa

Agosto 26 de 2007

¡Hola!

Qué agradable reunión hicimos posible el día de ayer. Fueron muchas las caras y las canas que tuvimos que reconocer unos y otros. De hecho, personajes como Juanita Barbosa, Epifanio o Vélez entraron solo hasta ayer en mi libreta. Bienvenidos sean. Del resto de ustedes guardo muchos recuerdos inolvidables, pues aunque la gran mayoría no hizo parte del taller de arquitectura de mi semestre (77-1), con todos tomé en algún momento diversas materias, pero sobre todo, con algunos he tenido sencillas o importantes vivencias a lo largo de la vida. Lo de ayer es una demostración más de que, si bien es cierto, el paso del tiempo es inclemente, las relaciones que se tejen en la etapa estudiantil pueden perdurar por siempre.

No puedo dejar de hacer un especial reconocimiento a los dos motores del jolgorio, como son Lucho y Reyes. Al primero me le quito la cachucha bacana, porque impulsó y organizó las cosas de manera admirable, dejándonos claro lo que es querer reunir a los amigos. De Reyes puedo decir que es el perfecto anfitrión que nos hace sentir su casa como nuestra. De hecho pienso pasar el próximo fin de semana allí. Favor tomar nota.

Como decía cierto periodista, ya para terminar, deseo expresar el vacío sentido por la ausencia de todos los compañeros y compañeras que no pudieron acudir a la cita. En lo personal, me hizo mucha falta la fregadera de Felipe Pombo, la bailadera de Pichi Piñeros y las carcajadas de Diego Oleas por cualquier bobada mía. A ellos y a todos los demás ausentes, esperamos verlos sin falta dentro de 25 años.

Un gran abrazo a tod@s.

Guillermo Mejía Correa