miércoles, 25 de marzo de 2009

Tomado de revista Cambio acerca del programa de televisión que se emite los martes a las 8:30 p.m. en Señal Colombia:
COLABORACIÓN DE EMIRO MORA
Programa 'Historia
central' hace un diagnóstico del estado del centro
histórico de 13 ciudades


Debido al uso recreacional de sus casas, el centro de Honda (Tolima) está siendo abandonado por sus habitantes originales. Foto: Archivo Cambio

En las crónicas sobre el viaje que realizó a finales de los setenta por los países socialistas, Gabriel García Márquez señalaba con extrañeza que la ausencia de una gran plaza central en Berlín, aún dividida por el muro, le había producido la sensación de nunca haber llegado. La anécdota refleja la importancia que el centro histórico tiene para las ciudades, ese punto a partir del cual parecen surgir el tiempo y el espacio urbanos, y donde el viajero suele obtener la prueba definitiva para afirmar "yo estuve allí".


Pero esa importancia que el centro tiene para la ciudad no siempre se manifiesta en la realidad. En América Latina en general y en Colombia en particular, los centros históricos han merecido tan poca importancia, que, como diagnosticó el año pasado la arquitecta del Ministerio de Cultura Leonor Gómez, padecen de "ocupación indiscriminada del espacio público, inseguridad, contaminación ambiental, desconocimiento del valor patrimonial y falta de arborización".

Sin embargo, los crecientes problemas de movilidad en las ciudades y el aumento del turismo han sido un aliciente para volver la mirada sobre ellos. Justamente el Ministerio de Cultura está en proceso de recuperación de los centros históricos de Barranquilla, Santa Marta y Manizales con el fin de convertirlos en polos de turismo cultural. Y, sintonizado con estas ideas, el programa Historia central, dirigido por Néstor Oliveros y emitido por Señal Colombia los martes a las 8:30 de la noche, busca mostrar el estado de 13 centros históricos del país.

Honda, la ciudad atada al río Magdalena

Es reconocida por su clima sofocante, su gran riqueza arquitectónica aún en buen estado, sus casas coloniales, su peculiar trazado lleno de callejones, su plaza de mercado con columnas neoclásicas y el puente Navarro sobre el río Magdalena, que en 1899 fue el primero construido en acero en Colombia.

Como consecuencia de la desaparición de la 'subienda' y de que el río ya no es navegable, los habitantes del municipio han venido sufriendo un paulatino empobrecimiento. El fenómeno podría acentuarse con la construcción de una variante que hará prescindible atravesar el centro del pueblo. Esto, según los expertos, hará que este lugar histórico tienda a convertirse en fantasma.

Para el arquitecto Alberto Escovar, el municipio experimentará un proceso de 'cartagenización'. Es decir, los capitalinos tendrán sus casas de recreo para ir los fines de semana, lo que resultará benéfico desde el punto de vista arquitectónico, pero no así desde el punto de vista social, pues los habitantes tendrán que desalojar el centro. "Lo triste es que no se visualiza ningún futuro -asegura Escovar- porque en una población que ha vivido del río, su destino está atado innegablemente a él; y si al río le va mal, a la población también".

Santa Marta, una puerta abierta al mar Caribe

La capital vive actualmente un proceso de recuperación de su centro histórico que comenzó con la construcción del malecón y ha seguido con la recuperación de sus seis plazas principales, que estarán listas en 2010.

Hace 10 años, el centro parecía condenado a desaparecer, pues visitar Santa Marta respondía más a la voluntad de ir al balneario vecino de El Rodadero que a la misma ciudad vieja. Sin embargo, hoy el casco histórico tiene una segunda oportunidad gracias a las intervenciones que hacen relucir su riqueza arquitectónica, evidente en construcciones como la iglesia de San Juan Nepomuceno -del siglo XVIII- o incluso la misma catedral. A esto se le han sumado iniciativas privadas de restauración de casas viejas para ser convertidas en hoteles.

La propuesta de la reorganización del centro es que la Plaza de Bolívar se convierta en una especie de puerta hacia el mar. Parte del trabajo ha consistido en la recuperación de la vía del ferrocarril que delinea el centro histórico.

Pamplona, la identidad perdida

Fundada por el novelesco Pedro de Ursúa, esta ciudad de Norte de Santander es una de las que más dificultades impone para su conservación. Siguiendo una pauta generalizada, priorizó la restauración de algunas casas patrimoniales en detrimento del contexto. De esta forma, casas como las del artista Eduardo Ramírez Villamizar o del escritor Eduardo Cote Lamus hoy sobreviven en medio de un escenario devastado por el crecimiento descontrolado.

Paradójicamente, gracias a la Ley 163 de 1959, esta ciudad universitaria fue una de las primeras ciudades colombianas que recibieron una protección legal de su centro histórico. A pesar de ello, hoy solo quedan una que otra fachada relevante y la plaza principal, que aún se conserva bien. "Se debería levantar la declaratoria de este lugar y más bien proteger los pocos sitios aislados que se conservan en buen estado", sugiere el arquitecto Alberto Escovar.

Barranquilla, a dar la cara al río

El centro histórico es rico en edificaciones de diversos estilos. Sin embargo, desde hace 40 años empezó a empobrecerse y por eso hoy sus valiosas obras arquitectónicas están deterioradas por falta de mantenimiento o tapadas por el comercio ambulante. Según los expertos -entre ellos la Sociedad Colombiana de Arquitectos-, la resurrección del centro de Barranquilla depende de que pueda volver a mirar hacia el río Magdalena. Para el arquitecto Alberto Escovar, una buena opción sería construir algo similar a Puerto Madero en Buenos Aires -lo que activaría el turismo de alta gama- y que el Carnaval de Barranquilla regresara al centro.

Actualmente, en Barranquilla son intervenidas las plazas de San Nicolás, San Roque y del Hospital, el espacio de Las Palmas. Por su parte, el edificio de la Caja Agraria, ícono del modernismo, es objeto de discusión: al dejar de prestar su uso original, algunos lo consideran un gigante de concreto vacío que perturba la vista.
CRONICA DE VIAJE - Por Emiro Mora

En Santa Marta pude constatar el efecto logrado por intervenciones sencillas y cuidadosas en el Centro Histórico. Pronto las principales plazas estarán unidas por senderos peatonales. La vida urbana ha vuelto.

Como decía Oriol Bohigas en el Foro Espacio Público Urbano del año 81 en Uniandes:
“…..arreglen los andenes, pongan canecas y postes de iluminación y verán que la gente hace el resto….”

Algunos ejemplos:

Plaza de la Catedral











Algo de color, la calle que se estrecha.






















Caminata al atardecer





















Parque de Los Novios

Fachada norte Parque de Los Novios



















Próximo Hotel Boutique

jueves, 12 de marzo de 2009

En búsqueda de lo simple

"Hace cinco años Angela Jiménez decidió cambiar el estrés y el acelere de la capital del país por la tranquilidad de un pueblito colonial famoso por sus tallas en piedra y declarado monumento nacional por la calidad de sus construcciones. Hoy; con sus 100 mil habitantes, la gran mayoría dedicados a labores agrícolas y artesanales, Baríchara es considerado uno de los pueblos más hermosos de Colombia.
Hasta allí llegó Jiménez con su experiencia como arquitecta, un proyecto de construcción entre manos y la esperanza de encontrar un lugar tranquilo para ella, su esposo y sus dos hijos. Allí, en el pueblo que le permite a Ángela visitar a sus conocidos sin la presión de los horarios de oficina, y a sus hijos caminar hasta la escuela y jugar en la calle con sus amigos, surgió el proyecto de convertir el fique -famoso por ser la materia prima de los costales- en la base de una obra de arte y en una obra artístíca en sí misma.


Tras una visita del artista mexicano Juan Manuel de la Rosa, financiada por el Banco de la República a instancias de la Fundación San Lorenzo (que agrupa, entre otras personas a figuras como el ex presidente Belisario Betancur, su esposa Dalita Navarro y su hija Beatriz Betancur), los habitantes del pueblo aprendieron que esa palma que ellos utilizaban para hacer artesanías podría convertirse en arte. Ahora, un grupo de artesanos de Barichara elabora un papel que sirve de soporte para obras que se han expuesto en galerías de Colombia, Venezuela, México y España.


El proceso es largo y dispendioso. Tres meses en una vasija con cal para ablandar la fibra de la palma y sacarle la grasa y las proteínas y así evitar que se oxide y conserve su blancura por más tiempo, un día para cocinarla en lejía (agua con ceniza) macerarla y machacarla, y algunos días más entre secado y prensado, son necesarios para producir el papel que es utilizado en la elaboración de obras de artistas en toda América Latina. " Es por medio de los artistas que podemos comercializar el papel" -explica Jiménez- y ha recibido excelentes comentarios porque este material es algo que sólo puede hacerse en un ambiente como éste y tiene características ideales para ciertos trabajos plásticos". Por eso esta artista, que realiza su obra a partir del mismo material, está convencida de que sus piezas reflejan las características que ha encontrado en el pueblo. "Mí obra va como mi vida: en búsqueda de lo simple", asegura.

Ángela Jiménez no es solamente pintora (aunque la posibilidad de pintar fue una de las cosas que la llevaron a Barichara), por eso toma la fibra antes de ser prensada y comienza a mezclarla con distintos materiales que les den forma a sus pensamientos. "Al principio era sólo la fibra y algunos elementos adicionales que encontraba en la calle, como metal o pedazos de madera, ahora le he agregado minerales y color, pintando el fique."
Tomado de la Revista Cromos No.4425, 29 de noviembre de 2002
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